Persona 5 es mucho más que un JRPG moderno: es una experiencia estilizada que mezcla crítica social, vida estudiantil y exploración del subconsciente colectivo. Desarrollado por Atlus, este título pone al jugador en la piel de un adolescente acusado falsamente de agresión, quien es enviado a Tokio a rehacer su vida mientras cumple libertad condicional. Allí descubrirá, junto con otros jóvenes marginados, la existencia del Metaverso: un plano alternativo donde los deseos distorsionados de los adultos se manifiestan como Palacios mentales que pueden ser infiltrados y “robados” para cambiar sus corazones.
La narrativa se desarrolla a través de un sistema de días, con un calendario que abarca casi un año escolar completo. A lo largo de ese tiempo, el jugador no solo explora mazmorras y combate enemigos: también debe asistir a clases, trabajar, formar vínculos (llamados confidentes) y gestionar su tiempo sabiamente. Esta estructura convierte cada jornada en una microdecisión que impacta en la progresión. El tono de la historia combina el realismo social con elementos sobrenaturales, y sus temas incluyen abuso de poder, manipulación mediática, desigualdad, acoso, política educativa y salud mental. En ese sentido, Persona 5 es sorprendentemente maduro, y no teme señalar con el dedo a una sociedad que castiga a los vulnerables mientras protege a los poderosos.
Desde el primer minuto, el juego impone una identidad visual fuerte y memorable. Con una estética basada en el rojo, negro y blanco, y una interfaz que se mueve con la fluidez de un videoclip, Persona 5 convierte el acto de navegar menús en algo placentero. El diseño de los Palacios (las mazmorras principales) es otro de sus logros: cada uno refleja psicológicamente la mente del antagonista en cuestión, con mecánicas únicas, acertijos temáticos y una dirección artística coherente con su personalidad. Desde un castillo medieval hasta un museo, un banco o un casino, cada Palacio se siente fresco y distinto.
El combate por turnos toma lo mejor de la tradición de Shin Megami Tensei y lo adapta con agilidad moderna. Se basa en explotar debilidades elementales para conseguir turnos adicionales, negociar con enemigos para obtener sus Personas (criaturas que representan fragmentos de la psique) y fusionarlas para crear versiones más poderosas. Todo esto se realiza con una interfaz clara, accesible y cargada de estilo. A diferencia de otros RPGs por turnos más estáticos, Persona 5 mantiene el ritmo gracias a animaciones rápidas, una curva de dificultad justa y un diseño que te invita a experimentar con nuevas estrategias en cada mazmorra.
Fuera del combate, el componente de simulador social es igual de importante. Cada confidente —desde tus compañeros hasta personajes secundarios como un periodista, un político fracasado o una doctora cínica— aporta nuevas habilidades si fortaleces tu relación con ellos. Esto no solo le da profundidad emocional a la historia, sino que conecta directamente con las mecánicas del juego. Estudiar mejora tu conocimiento; pasar tiempo con una amiga mejora tus curaciones en combate. Todo está integrado con propósito.
Puntos fuertes:
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Historia potente, con una crítica social clara y personajes jóvenes que se rebelan contra la hipocresía del sistema.
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Dirección artística de altísimo nivel, que convierte incluso los menús y transiciones en parte del espectáculo.
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Banda sonora variada y estilizada (compuesta por Shoji Meguro), con temas vocales memorables como "Last Surprise" o "Rivers in the Desert".
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Mecánicas de combate clásicas renovadas con un ritmo ágil, profundidad táctica y sensación de progreso constante.
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El sistema de vida diaria y gestión del tiempo añade una capa estratégica que da sentido a cada elección.
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Gran desarrollo de personajes, tanto en los protagonistas como en los villanos, con arcos emocionales complejos y satisfactorios.
Puntos flojos:
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La duración supera fácilmente las 100 horas, lo que puede ser abrumador para quienes buscan una experiencia más contenida.
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Algunas secciones del principio avanzan lentamente y pueden requerir varias horas antes de que el juego ofrezca toda su libertad.
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Las actividades secundarias, como estudiar o trabajar, pueden volverse algo repetitivas con el tiempo, especialmente si se persigue la optimización total.
Persona 5 no solo es un JRPG sobresaliente; es un manifiesto visual y narrativo que se atreve a hablar de lo que muchos otros juegos esquivan. Habla de la juventud sin voz, de la necesidad de cambiar el sistema desde dentro, y lo hace con una mezcla única de mecánicas bien integradas y estilo inconfundible. Pocas experiencias combinan tan bien el entretenimiento puro con la reflexión crítica. Y aunque exige tiempo y compromiso, lo recompensa con creces en cada aspecto.
Una experiencia profundamente japonesa, pero universal en su mensaje: cambia los corazones, cambia el mundo

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